Carta a MJ
Quiero que sepas que no hay rencor. Fuiste la única persona a la que quise darle todo de forma correcta y pura desde el principio. Durante mucho tiempo he sentido la necesidad de aprender y ser mejor con respecto al amor. Te encontré a ti. Quiero pensar que ambos nos encontramos, y aunque soy agnóstico, el hecho de que tú hayas aparecido en mi vida para dejar en mí lo que dejaste parece místico. Me parece poético el querer darlo todo y no recibir lo mismo a cambio, y es que nunca fue la intención. Confié ciegamente en ti y te di todo lo que pude sin necesitar que fuera recíproco, no porque creyera que te lo merecías moralmente, sino porque somos humanos, y los humanos no somos perfectos, pero sí somos seres con conciencia.
A pesar de todo, al día de hoy puedo decir que eres perfecta. Eres joven, inocente y sientes mucho amor; eso es un don bellísimo. Lamentablemente, no era yo el dueño de tu corazón. La última noche no pude dormir; no paraba de pensar en lo que hubiera dado por haber ocupado su lugar en su tiempo contigo. Solo que, a diferencia de él, yo no te habría perdido. Es muy gracioso cómo la vida nos da cosas cuando las queremos, pero somos humanos y no nos es suficiente. Vivimos en el pasado y no soltamos para recibir lo nuevo.
No te voy a mentir. A pesar de considerarme un hombre sabio y maduro, me dolió; me desgarró el alma saber que, por más amor que te quise dar, no pude opacar a quien no aprovechó tu amor. Y no me dolió en el orgullo; me dolió en la vulnerabilidad que te compartí: en cada "te amo", en cada ocasión en la que creí que hacíamos el amor y no solo era sexo. No te digo esto con la esperanza de mostrarme frágil; es solo la forma en la que puedo mostrar cuánto te amé.
A pesar de todo, no podría tenerte resentimiento, no después del gran favor que me hiciste al hacerme saber que el amor sí existe y que puedo volver a amar. Y para eso, no debo esperar lo mismo ni esperar a nadie. Gracias por dejarme ser valiente y no temerle al compromiso, arriesgándome a no ser visto de la misma forma. Cada "te amo" fue real, y con ese amor quiero que sepas que te entiendo. Sé que nunca fue tu intención lastimarme. No cometiste un error por lo que pasó, sino por no permitirte sanar y valorar un amor del pasado que te perdió, y no al amor de tu presente, que día a día quería tenerte con él.
He sentido muchas cosas, como cuando de niño sentí envidia, como cuando me castigaban sin motivos, como cuando a los ocho años sentía que no era suficiente: el dolor en la garganta y el estómago, la ansiedad y el cuerpo duro. Pero, a pesar de eso, te agradezco, porque gracias a ello recuerdo que estoy vivo, y no pensé que volvería a sentir el amor de esa manera. Y es que es el riesgo que tomé cuando vi tus ojos por primera vez y supe que quería que fueras tú, nadie más, ni en otro momento. Tomé la decisión de que tú ibas a ser la dueña de mi corazón y que podrías no valorarlo. Fue mi decisión, no fue tu culpa.
Mientras hay personas que no quieren levantarse a trabajar, hay gente que lucha a diario por despertar un día más. Mientras hay gente que odia caminar al trabajo, hay quienes acaban de dejar de caminar. Y es que así me siento. Mientras hay gente que busca un amor completo, hay quienes no quieren dejar un amor incompleto. Así somos los humanos: complejos; a veces ni nosotros mismos nos entendemos.
Pero mi amor por ti fue tan grande que puedo decirte que te entiendo. Por eso quiero que sepas que espero que algún día encuentres un amor que opaque su amor, que encuentres risas que opaquen a las mías, que encuentres a un hombre que quiera dártelo todo. Y es que, aunque yo quise darte todo el mundo, no era el mundo que tú buscabas.
No hay rencor.